Redes sociales, diarios on line todo vía dispositivos móviles. Hay a quienes todavía nos gusta mancharnos las mano con tinta mientras desayunamos, pero que alguien me desmienta si frente a un evento en particular no bucearon primero en Facabook o Twitter para enterarse de la repercusión más que del evento en sí.
Leyendo una nota de Félix de Azúa en el diario El País del 6.10 mientras comía un pain au chocolat desayunando en la remota Oslo, me encontré con una reflexión que me hizo entender el porqué de mi insistencia en “interpretar” diarios escritos en endemoniados idiomas de los cuales y en toda mi estadía, no logré descular ni media palabra.
Resulta que desde tiempo remoto, la prensa en general siempre se llamó “los papeles” y era motivo de alarma cuando alguien “salía en los papeles”, o garantía de veracidad por “haberlo leído en el diario”. Las cosas cambiaron. A la falta de credibilidad acreditada por varios diarios –del color que fueren- hoy “los papeles” crecieron en la amplitud de sentidos otorgados.
Se puede salir “empapelado” en un escrache y hasta en lo cotidiano quizás hasta se produzca algún temblor en el pulso de alguien si la pareja le pide “los papeles” (fenómeno cada vez menos frecuente pero posible).
Mi quiosquero, el señor Adalberto, se queja porque en los últimos años ha bajado la venta de diarios y revistas. Pero a la vez también mucha gente está saturada de Internet. Sin embargo esporádicamente aparecen nuevos títulos y revistas específicas para regocijo de quienes seguimos amando a la celulosa. Y la venta de libros se mantiene estable a pesar de los altos precios que muchas veces hacen que los miremos con la ñata contra el vidrio y nada más.
Hasta la próxima.
Rocío Salas Alvarez, Directora 4Dsight
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