También nos comunicamos a través de las marcas y ellas hablan por nosotros.
Desempolvando papeles y viejas (y no tanto) notas escritas, encuentro este recuadro resaltado y publicado por el diario Clarín como parte de una nota más extensa en la que varios consultores fuimos convocados para volcar nuestra mirada y experiencias respecto del consumidor post crisis 2001-02.
Me pareció interesante compartirla en este espacio de 4Dsight y dejar abierta las preguntas y la conclusión: ¿Aprendimos algo?¿ Si nuestros hábitos de consumo cambiaron, en qué cambiaron nuestras cabezas y nuestras emociones?¿Seguimos valorando a las marcas de la misma manera?
Soy lo que soy… y mi marca es esta!
Antes del marketing desarrollado tal como lo conocemos hoy no había marcas. Loque se usaban eran productos consumidos por su funcionalidad.
A medida que alguien entendió que la gente podía vincularse desde lo afectivo con esos productos y que, claramente, la valoración era distinta de una chancleta respecto de un perfume, entendieron que “nombrarlos” y diferenciarlos a través de una marca resultaba efectivo para satisfacer las expectativas de distinto tipo de gente.
La marca hoy (N.R: 2002), parece llenar “agujeros” de sensibilidad perdidos y, a veces, una profunda soledad interna.
Las marcas , metafóricamente, estarían convirtiéndose casi en redes sociales que comunican información sobre quien la usa o consume generando vínculos empáticos con otros individuos afines, y aún entre distintos grupos o tribus que adhieren a unas u otras. Un ejemplo -hoy no tan extremo- es la señora del country, una compradora racional que quizás compra Adidas truchas para su hijo porque la marca “funciona” en su grupo de pertenencia como un conector social.
Racionalmente para el consumidor tendrá más o menos relevancia una marca. Pero en el mundo actual es innegable que ella habla de quien la porta.
Sin abrir juicio de valor, una persona que apoya su encendedor Dupont sobre la mesa o el escritorio está diciendo algo de sí mismo. Un mensaje bastante diferente al que transmite uno descartable.
Cambia, todo cambia. Pero no tanto.
Releyendo lo anterior puede reflexionarse sobre los cambios que se produjeron en nuestras mentes y en nuestra emoción con el correr de los años que siguieron.
Ya hoy, en el 2015, cambiaron hábitos y valores. Un encendedor descartable quizás ya no hable de falta de recursos sino de practicidad –y tranquilidad a la hora de ponerlo sobre la mesa de un bar-, una birome Bic negra puede firmar democráticamente acuerdos internacionales, una corbata ya no nos hace más importantes.
El mercado cambió porque los consumidores cambiamos.
En buena hora de aquellos años de incertidumbre económica, política, desvalorización y bajísima autoestima social aprendimos algunas cosas.
Rocío Salas Alvarez, Directora de 4DSight
Deja una respuesta