Si es verdad esto de que cada vez nos sentimos más solos y que la térmica de “soledad social” aumenta, no menos cierta suena la paradojal incapacidad que evidenciamos a la hora de abrirnos al otro, compartir, aceptar con gusto los compromisos afectivos, y permeabilizarnos para recibir y dar apoyo a esa gran incógnita/desafío: El Otro.
Es raro. Si cada uno de nosotros es el otro de “El Otro”, e insistimos en reivindicar –y fortalecer- postulados individualistas, cómo no va a ser difícil la construcción de los puentes que nos vinculen?. Y construir los espacios necesarios de negociación con el otro para acordar? Difícil tarea.
“El casado casa quiere” deviene entrópicamente hacia la Nada en los nuevos tiempos.
Cada vez más más matrimonios duermen en camas separadas o hasta en casas diferentes como forma de mantener fresca la relación y escapar a la rutina. Cada vez menos parejas se casan formalmente y eligen formas de convivencia dispares (más de la cuarta parte del total de las uniones según el CONICET).
Exacerbados en la siglarización hoy los llamamos LAT (Living Apart Together)..
En mi barrio: “Relación Cama Afuera” (o sea los “RCA”).
Aunque unificados por el perfil conductal, en la elección de este tipo de relaciones interviene comprometidamente el ciclo de vida.
Hablamos de hombres y mujeres económicamente independientes, urbanos, de activa vida social, hedonistas y muy celosos de preservar sus “momentos propios”.
Buscan evitar la erosión que produce la rutina, el empobrecimiento de la relación gracias a la problemática cotidiana, mantener la pasión intacta. Y también la independencia desde luego.
Cualquiera de estos enunciados evocaría reflexiones diversas y opuestas.
Es probable que una pareja estable de jóvenes adultos, aún en el marco de una relación cama afuera, aniden un proyecto de convivencia a futuro (generalmente ligada al advenimiento del primer hijo). Las generaciones más jóvenes no sólo se separan más, sino que sus primeras parejas duran cada vez menos.
A diferencia de los adultos mayores que se encuentran a la vuelta de historias de convivencia anteriores, con hijos ya criados y volviendo a prestarse atención a sí mismos, y donde probablemente cada uno haya desarrollado –y afianzado- su propio estilo de vida sin demasiadas ganas de volver a vivir lo que en otras vidas enturbiaron su felicidad.
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La actitud mental y la conducta emocional son bien distintas en unos y otros porque el proyecto cambia sustancialmente de forma y de rumbo.
Como es lógico, esto tiene su efecto en las góndolas, en los hábitos y en los consumos.
“novio fiel cama afuera – Córdoba
Busco un caballero sincero que me dé su amor, y yo a él, que esté solo sin compromisos de ninguna clase, yo viuda sola, vivo sola en rio cuarto, tengo 58 años, edad acorde el señor ”.
Contigo pan y cebolla?
Las parejas de jóvenes adultos mantienen los hábitos individuales de consumo doméstico y cotidiano. No cambian sus costumbres ni las marcas en las que confían. El compañero se comporta como un recomendador más, excepto en los momentos en que se decide una compra excepcional atentos a una situación especial (una sencilla cena de acuerdo con los gustos de uno u otro por ejemplo).
Es lógico que los límites en el consumo estén vinculados con un proyecto a futuro, a una situación económica que todavía no está consolidada, y el proyecto en común no da para privarse del gimnasio o de salidas con amigas.
Las parejas mayores viven otro momento de consolidación económica. Son más hedonistas y las erogaciones están más ligadas al placer que a la funcionalidad. La expectativa está puesta en la recompensa y no tanto en la inversión a futuro. A la hora de negociar, la decisión de compra se hace más difícil por tanto cada uno transitó un camino de decisiones individuales. El cama afuera en estos casos no es una circunstancia. Es una verdadera decisión.
“Será por eso que te quiero tanto”.
Los consumos.
La practicidad los unifica.
El gatillo en limpieza es el héroe de la casa. No tienen tiempo, y si lo tienen es para disfrutarlo, no para refregar. Productos facilitadores, en porciones y dosis adecuadas a la necesidad de un solo “conviviente”.
No compran “para” dos, sino “por” dos cuando llega el caso. (La diferencia no es menor a la hora de hacer caja.)
Cada vez más las empresas dan cuenta de ello. No es un mercado despreciable en tanto hay disponibilidad de dinero suficiente como para adjuntar a un paquete de snacks una latita de “dip” para acompañarlos. En su medida y armoniosamente desde luego… una pequeña porción, como para dos y nada más.
Las gaseosas hacen su apuesta también. Apuntando conceptualmente a fortalecer la autenticidad y el que no importe el qué dirán –targeteado a adolescentes y jóvenes adultos- ayudan a construir un imaginario circundante con el autoabastecimiento y la independencia de criterio y actitud.
Las categorías que “despegan” de los commodities son aquellas vinculadas con el placer y el bienestar: Turismo, paquetes especiales de spa para dos, escapadas cortas, restaurantes y circuitos y actividades hot.
Para alegría de muchas parejas tradicionales los sex shops ya están publicando en los diarios zonales, pero si de no dejarse abatir por la rutina se trata, es en las relaciones cama afuera donde más clientes encuentran.
Solos y / o acompañados.
Lic. Rocío Salas Alvarez.
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