ENTREGA NÚMERO 3
FIN DE FIESTA
Para mediados de los años ’70, las agencias de publicidad se habían convertido en un refugio de la vida pública.
“A partir del 1976 se da un fenómeno muy curioso: cuando a Jorge Guinzburg le preguntaban ¿dónde te exiliaste?, él decía: en la publicidad”, recuerda Saccomanno. “Muchos de nosotros nos exiliamos ahí. En un momento, me postulé en De Luca como redactor y me toma Carlos Ulanovsky, que estaba como director creativo. Cuando voy al segundo día, Ulanovsky no estaba porque se había tenido que rajar del país. Aunque también desaparecieron publicitarios, las agencias eran una especie de burbuja donde seguía fluyendo mucho dinero”.
Son los años en que la publicidad toma impulso en toda Latinoamérica y los creativos argentinos empiezan a ser requeridos en Caracas o Bogotá, también en Europa. Argentina, junto con Suecia e Inglaterra, competían en un pie de igualdad. “Los ’60 y los primeros ’70 fueron una época de lujo. Y de mucha joda. Yo diría que la publicidad estuvo buena hasta mediados de los años ’80, cuando a los artistas los reemplazaron los cruzados y empieza toda la cuestión de los premios.”
Para principios de los años ’90, las agencias exclusivamente locales que habían brillado en las décadas anteriores empezaron a desaparecer, absorbidas por los holdings internacionales. Era el fin de una era. O el comienzo, según se lo mire: la publicidad argentina entraba en una nueva época.
Pero eso es otra historia.
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