Campañas de firmas de moda que fueron prohibidas por ser demasiado “díscolas”
“Díscolas” suena más que amable para los ejemplos que veremos.
Más allá de lo que propone la nota, con una visión superficial de lo que realmente se conceptualiza, me interesa focalizar el abordaje sexista y objetivador de la mujer como “cosa” en la publicidad.
Estereotipadas en cualquiera de sus roles, ninfomanizadas, siempre objeto “receptor” de la mirada masculina, cuando no eternas portadoras de planchas, jabones para lavar o aspiradoras o masculinizadas propuestas en competencia de igual a igual con el hombre..
La señora que friega el interior de un inodoro o saca desagradables pelos de la rejilla de la bañadera necesitando siempre la ayuda de un dibujito animado de voz engolada (y hoy –albricias!- algo sexualizado pero quien, paradójicamente en la vida real no suele ser precisamente su compañero de ruta) también se viste todas las mañanas para ganar su sueldo y se banca el bondi y demás como cualquier hijo de vecino.
Afortunadamente, y muy despacito, el mundo de la comunicación va dando cuenta de ello. No se trata de victimizar a nadie, sino más bien –o para bien- entender las diferencias propias y naturales entre hombres y mujeres para que funcionalmente actúen juntas en pos de un mejor resultado. En todo.
No somos iguales. No esperamos ni queremos serlo. Sólo que el hemisferio derecho y el izquierdo funcionan distinto y con diferentes habilidades en unas y en otros. Es hora de comenzar a tomarnos en serio lo que llamamos del “marketing integrado”. Y esta vez no hablamos de 360° ni de IMC. Hablamos de personas. De “targets” si les gusta más.
Rocío Salas Álvarez, directora de 4DSight
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